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La no violencia es una virtud importante que debemos inculcar para crecer espiritualmente. Requiere no lastimar a ninguna criatura viviente ni de pensamiento, ni de palabra, ni de hecho.  Cuando se trata de violencia en el pensamiento, criticar a los demás es una de las formas más comunes. Lo hacemos con nuestras palabras y con igual vehemencia con nuestros pensamientos.

Si observamos nuestros patrones de pensamiento a lo largo del día, encontramos que estamos criticando a los demás. Tenemos ataques mentales contra muchas personas a lo largo del día. Cuando ocurre algo que no nos gusta, pensamos lo peor incluso de los que más queremos.

Nuestros pensamientos no sólo pueden herir a los demás, sino que a la larga pueden hacernos daño a nosotros mismos. El tiempo que pasamos pensando mal de los demás es un tiempo en el que desperdiciamos las preciosas respiraciones que nos han sido dadas. El tiempo que pasamos criticando a otros sólo nos aleja de nuestra meta de encontrar a Dios. Primero, no podemos concentrarnos en nuestra meditación si pensamos mal de los demás. Segundo, ese pensamiento se estanca y permanece en nosotros todo el día. Tercero, creamos acciones que deben dar frutos. Y, por último, somos poco amorosos con uno de los hijos de Dios.

Reemplacemos los pensamientos, palabras y acciones negativas con pensamientos no violentos. Debemos mirar los errores y fallas de los demás con compasión. Llegaremos a ser una morada de paz y tranquilidad para los que nos rodean.