ConfÃa en Dios
Sant Rajinder Singh Ji Maharaj
La belleza de la mano invisible de Dios es que a veces oramos activamente pidiendo ayuda y la recibimos. Pero hay muchas ocasiones en las que ni siquiera pedimos ayuda y la ayuda llega de todas formas. Estos tiempos nos recuerdan que no estamos solos. Nos damos cuenta de que Dios ha estado con nosotros todo el tiempo, vigilándonos y guiándonos.
Dios sabe cuándo estamos en problemas y necesitamos ayuda. Asà como un padre siempre está de guardia para proteger al niño que duerme, Dios nos vigila a todos. Sin pedirlo, la ayuda de Dios viene a nosotros.
Mientras recorremos los caminos de la vida sintiéndonos a veces desanimados por estar solos, deberÃamos recordar que Dios está siempre con nosotros. Los brazos de Dios siempre nos rodean, ayudándonos con las notas altas y bajas de la vida. DeberÃamos estar agradecidos a Dios por esa presencia invisible que nos protege y nos guÃa. La próxima vez que nos sintamos desamparados y solos, deberÃamos recordar que los brazos de Dios están a nuestro alrededor, envolviéndonos, amándonos y protegiéndonos.
Una forma de estar seguros de la presencia de Dios es sentarse en meditación para encontrar a Dios en nuestro interior. A medida que nos adentremos, probaremos el amor de Dios por nosotros mismos. Entonces, seremos capaces de enfrentar los desafÃos de la vida sin miedo. Pongamos toda nuestra confianza en Dios y enfrentemos la vida sabiendo que estamos en Sus brazos amorosos.
Dios sabe cuando estamos en problemas y necesitamos ayuda. Asà como un padre siempre está en guardia para proteger al niño que duerme, Dios nos cuida a todos. Si no la pedimos, recibimos la ayuda de Dios.
Mientras caminamos por los caminos de la vida a veces sintiéndonos desanimados por estar solos, debemos recordar cómo Dios siempre está con nosotros. Los brazos de Dios siempre nos rodean, ayudándonos con las notas altas y bajas de la vida. DeberÃamos estar agradecidos con Dios por esa presencia invisible que nos protege y nos guÃa. La próxima vez que nos sintamos impotentes y solos, debemos recordar que los brazos de Dios nos rodean, nos rodean, nos aman y nos protegen.
Una forma en la que podemos estar seguros de la presencia de Dios es sentarse a meditar para encontrar a Dios en nuestro interior. A medida que nos adentramos, experimentaremos el amor de Dios por nosotros mismos. Entonces, podremos enfrentar los desafÃos de la vida sin miedo. Pongamos todo nuestro reposo en Dios y enfrentemos la vida sabiendo que estamos en los brazos amorosos de Dios.
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